Comentario de un cursante sobre el módulo 3 del Diplomado en Logoterapia en línea – María Soledad Tolentino García
Por: María Soledad Tolentino García
La biografía de Viktor Frankl refiere que desde joven le interesaron las cuestiones
filosóficas y del sentido de la existencia humana. Ya desde la época de estudiante
adolescente sostenía discusiones con Martin Heidegger y Karl Jaspers, dos destacados
pensadores de la época. Poco después descubre que su camino estaba en el mundo de
la medicina, camino que sigue hasta graduarse en la Universidad de Viena,
especializándose en neurología y psiquiatría. También se cuenta que se intereso por
estudiar la teoría del psicoanálisis de Sigmund Freud, la psicología individual de Alfred. Adler y la psicología analítica de Carl G. Jung; destacados personajes que ya gozaban de prestigio y reconocimiento. Sin embargo, Frankl se mostraba en desacuerdo con el abordaje teórico y clínico de ese campo de conocimiento; tampoco compartía la imagen del hombre sobre la cual sostenían sus teorías A la vez que se compenetraba de las experiencias de sus reconocidos colegas, Frankl, por casi dos décadas amplió su experiencia clínica dando atención a jóvenes pacientes afectados emocionalmente por las vivencias en la Primera Guerra Mundial. A esas alturas de la vida, gracias a su trabajo clínico y a su dedicación académica, había acumulado una gran riqueza científica y humanista, la que sirve de fuente para escribir un manuscrito acerca de las relaciones entre la psicoterapia y la filosofía existencial que entonces se desarrollaba en Europa. En el señalaba la necesidad de incorporar en la práctica terapéutica los aspectos del análisis de la condición humana y los filosóficos que están presentes en el horizonte del paciente, el hablaba de la necesidad de ofrecer una psicoterapia rehumanizada. Sus investigaciones lo llevaron a desarrollar y manifestar su propia teoría psicoterapéutica centrada en la dimensión espiritual del ser humano y sustentada en una nueva imagen o una imagen actualizada del ser humano. Desafortunadamente su manuscrito recién finalizado no salió a la luz pública a razón de su cautiverio; le fue arrebatado y destruido al ingresar al campo de concentración. Posterior a su liberación, Frankl retoma el trabajo de reescribir su libro, empleando las notas registradas en taquigrafía, en pequeños trozos de papel mientras intentaba sustraerse a los delirios provocados por lo delicado de su salud física y emocional. Entre aquellos apuntes taquigráficos del campo y la copia recuperada del manuscrito que había dado a guardar a un amigo, logró terminar su obra titulada Psicoanálisis y Existencialismo. Las investigaciones realizadas por Frankl lo llevaron a concebir una imagen actualizada del ser humano dirigida a superar las visiones reduccionistas que predominaban en esa época y que ofrecían una imagen distorsionada del hombre. El identificaba dos capacidades humanas validas para superar la visión insuficiente de los reduccionismo; el hombre es capaz de actuar el autodistanciamiento y de vivir la autotrascendencia. El ser humano posee la capacidad de autodistanciarse, es decir el hombre puede tomar conciencia de los problemas y acontecimientos desde afuera de manera objetiva. Otra capacidad humana es la autotrascendencia; el ser humano puede superar los límites del tiempo y el espacio cuando se dirige a algo o alguien distinto de sí mismo. Al respecto, Frankl hacía referencia al pandeterminismo, a esa visión del hombre que niega su capacidad para asumir posturas personales frente a las circunstancias, independientemente cuáles sean. En desacuerdo decía, que el hombre no está absolutamente condicionado y determinado; al contrario, es él quien decide si cede ante determinadas circunstancias o si se resiste frente a ellas. En otras palabras, el hombre, en última instancia, se determina a sí mismo. El hombre no se limita a existir, sino que decide como será su existencia, en que se convertirá en el minuto siguiente. Frankl pudo constatar la validez de esto, desde sus experiencias de vida en los campos de concentración pudo testimoniar el incalculable poder del hombre para desafiar y luchar contras las peores circunstancias, como aquellos crueles estados de tensión psíquica y de indigencia física padecidos durante el cautiverio, Frankl afirmaba que, “cada hombre, aun bajo unas condiciones tan trágicas, guarda la libertad interior de decidir quién quiere ser – espiritual y mentalmente-, porque incluso en esas circunstancias es capaz de conservar la dignidad de seguir sintiendo como un ser humano”. El ser humano posee la libertad para cambiar al instante, eso es uno de los rasgos principales de la existencia humana; es precisamente, su capacidad para elevarse por encima de esas condiciones y trascenderlas. El hombre se trasciende a sí mismo: el ser humano es un ser autotrascendente.
Otros elementos de la antropología Frankliana son la libertad y la responsabilidad; el hombre es libre y ejerce su autonomía respecto a aquello que necesita; es libre para desafiar posturas de conformismo, de totalitarismo y de determinismo con acciones del mundo de los valores; es libre de elegir su existencia, por lo que se convierte en el responsable de su historia de vida. Y ahí está la responsabilidad, precisamente en ejercer la libertad a la vez que se hace responsable de sus actos con conciencia de ello. Ahora bien, ligado a la responsabilidad está la unicidad y singularidad en el hombre. Ningún hombre ni ningún destino puede comparase a otro hombre o a otro destino, cada persona es única e irrepetible en el universo. Tampoco se repite ninguna situación, cada una reclama y acepta una respuesta distinta. Se dice que solo es posible una comparación radical y profunda en cada hombre, la de “mi ser actual “confrontado con “mi deber ser ideal”, una aspiración en el estado futuro de realización personal, de plenitud, a través de descubrir y dotar un sentido a la vida en cada etapa y momento de la existencia. Así el hombre es responsable porque es único, irrepetible e insustituible, distinto de todo otro hombre y nadie más puede afrontar las tareas de la vida en su lugar. A la vez la singularidad del hombre se enlaza con la transitoriedad o temporalidad de la existencia. Con su existencia finita, el hombre no cuenta con una segunda oportunidad, la existencia no puede ser tomada como un juego, por eso es importante responder bien, cumplir responsablemente la misión de su existencia. Otra actualización a la visión del ser humano expuesta por Frankl es la revelación de la dimensión noética o espiritual del hombre. Su planteamiento era que para intervenir en las problemáticas de los pacientes habría que conocer al hombre concreto; era preciso considerarlo en sus tres dimensiones; la física, la psicológica y la noética o espiritual. La dimensión espiritual es la que determina el ámbito de lo humano y está regida por el reino de los valores. Refiere a esa dimensión como el núcleo sano, sin daño o intacto aun cuando la mente o el cuerpo presenten desequilibrios.
Para Frankl la forma de acceder a ese núcleo sano que es el espíritu humano, es a través de la conciencia humana; lo existente se abre o se hace racional por medio de los sentidos. Se toma conciencia de las cosas, de los sucesos, mediante un proceso mental racional, así sucede la mayor parte del tiempo en la vida del hombre. Sin embargo, se explica que la conciencia se activa en otro nivel más profundo; la conciencia llega a una profundidad inconsciente, es allí donde se sustenta el espíritu y en donde inicia en la conciencia un proceso para abrirse a algo no existente; algo que debe llegar a ser, algo por realizar todavía, algo que no existe, que no es real pero que es algo meramente posible y que representa una necesidad en un sentido superior o moral. Explica que, en la medida en que aquello a lo que nos abre la conciencia moral es algo por realizar todavía, así que surge entonces la cuestión de cómo se debería realizar, sino se anticipa, de alguna manera, espiritualmente. Esta anticipación espiritual se lleva a cabo por lo que se llama intuición: entonces la anticipación espiritual acontece por un acto de visión. De este modo, la conciencia resulta ser una función esencialmente intuitiva para anticipar lo que se ha de realizar, la conciencia primero debe intuirlo; y en este sentido, la conciencia es irracional y solo posteriormente se puede hacer racional. Precisamente el cometido de la conciencia es abrir al hombre a aquello que es necesario. Y esto es algo absolutamente individual, cada ser humano solo puede captar de forma intuitiva. Y precisamente es la conciencia la que proporciona esta capacidad intuitiva. Se dice que la conciencia es el órgano del sentido. El sentido de la existencia reside en ese fondo espiritual, ahí está, esperando a ser descubierto, para anticipar o intuir las tareas y los valores que hay que trabajar para cumplirlo. Es un proceso que se repite por toda la vida, ya que el sentido caduca, por lo que debe actualizarse de acuerdo a lo que es necesario en cada hombre, en cada etapa y circunstancias de su existencia, sin importar que tan adversas sean estas. Frankl también refiere el poder de obstinación del espíritu humano para empeñarse en realizar lo propuesto, es la autodeterminación o fuerza que uno mismo produce para realizarse en relación con lo que tiene sentido; para lo cual puede liberarse de sus condiciones limitantes producto de la herencia, de la educación, de sus impulsos o del medio ambiente y muchas veces hasta cambiado sus condiciones, eso es trascenderse a sí mismo, eso es la voluntad de sentido, para Frankl, la principal motivación del ser humano.
La voluntad de sentido se da como una tendencia natural en el ser humano. Se presenta como la necesidad humana de buscar y encontrar el para qué de la existencia. Al identificarse como necesidad y si no es satisfecha, entonces ocurre una frustración de la voluntad de sentido, de ahí la importancia de identificar la ocurrencia de esos episodios para activar la voluntad de sentido, atendiendo el llamado que la vida nos hace en convertirnos en lo que podemos ser; es visualizar el estado futuro posible, para identificar qué tanta tensión se requiere ejercer situándonos en el ser actual para movilizarnos hacia el deber ser. Cuando la voluntad de sentido no encuentra la satisfacción en valores que lo nutran, hay una frustración de la voluntad de sentido y eso es lo que se describe como el vacío existencial. Este vacío existencial no es una enfermedad, es un fenómeno humano que todos los seres humanos experimentamos en algún momento de nuestra vida; en los cambios en las etapas de desarrollo, en crisis, duelos o simplemente porque los sentidos de vida caducan. Es importante aprender a identificarlo, a esforzarnos por descubrir y construir un nuevo significado en la vida. Es imperativo percibir las alertas de las manifestaciones en una etapa temprana, como sería la apatía, la irritabilidad, el aburrimiento; evitar que se vuelva crónico, evitar que se conviertan en padecimientos como una depresión, una agresión o una adicción. En la actualidad estos padecimientos se presentan en una alta incidencia en la población mundial. A este tipo de padecimientos Frankl lo llamo la neurosis noógena, la neurosis de masas en la era de la angustia y vaticinó su incremento desde hace décadas.
Frankl, al estudiar las causas del vacío existencial encontró que pareciera ser consecuencia de los siguientes hechos. Primero en oposición al animal, ningún instinto o pulsión le dice al hombre lo que debe hacer. Segundo en oposición a tiempos pasados, no hay tradiciones ni valores que le digan al hombre que podría hacer, y a menudo ni siquiera sabe que desea hacer. Así, desea hacer lo que otros hacen o lo que otros desean que él haga, es decir, cae preso del conformismo o del totalitarismo respectivamente.
Un tema complementario y necesario para la comprensión de la naturaleza humana, es la introducción a la teoría humanista de las necesidades humanas y la identificación de las emociones básicas, su mensaje y manejo saludable.
El humanismo plantea que el ser humano desde el nacimiento tiende naturalmente al desarrollo, al aprendizaje, al crecimiento. Ese crecimiento en el ser humano va acompañado tanto de necesidades como de sentimientos o emociones. Para identificar las necesidades naturales del ser humano es importante recordar que, el ser humano es un ser tridimensional; que para conocer a la persona concreta es preciso considerarla en sus tres dimensiones: la física, la psicológica y la espiritual. Cada una de estas dimensiones tiene sus propias necesidades. Por mencionar algunas de las necesidades de la dimensión física están: la alimentación, el abrigo, la respiración, la hidratación, el descanso, etc., dentro de las necesidades de emocionales y mentales de la dimensión psicológica están: el afecto, el reconocimiento, la seguridad básica, el aprendizaje, la creatividad, etc., otro grupo de necesidades que corresponden a la dimensión espiritual están: el sentido, la trascendencia, los valores el amor, etc. Cuando se satisfacen cada una de estas necesidades, todas las dimensiones se benefician, aun cuando la necesidad sea específica de una dimensión. Es deber de cada persona encontrar la manera de satisfacer sus necesidades para su propio crecimiento personal.
Pudiera parecer complejo y por tanto con pocas posibilidades de cumplir con este deber, y es que es común encontrarnos manifestando enojo o malestar por la frustración de necesidade insatisfechas, que si nos ponemos a revisar las causas de ese estado de insatisfacción es muy probable que encontremos que esas necesidades corresponden a las necesidades aprendidas, a las adquiridas por introyección, es decir, no son propias, son adoptadas, vienen por la identificación de ideas o creencias de otros y por tanto no son naturales y esas no hay manera de satisfacerlas.
Tenemos entonces que, la satisfacción o no satisfacción de las necesidades sean naturales o aprendidas se exteriorizan mediante los sentimiento. El humanismo refiereuna clasificación general de cinco sentimientos básicos, que son: el miedo, el afecto, la tristeza, el enojo y la alegría. En el día a día, en la cotidianeidad estas emociones se hacen presentes en nosotros, a lo largo de nuestros días nos movemos entre esta gama de emociones, o quizá es que nosotros nos hacemos presentes por aquella emoción que expresamos predominantemente. Estas emociones hemos aprendido a clasificarlas como emociones positivas y emociones negativas, así culturalmente hemos aprendido a reprimir o suprimir las negativas y esto no es la mejor manera de tratarlas, no es una manera saludable. Cada emoción trasmite un mensaje; nos dice algo importante, nos habla de nuestras necesidades; hacerles caso nos lleva a crecer, convencidos de que está ahí porque tiene que estar, sin intentar cambiarla o convertirla en otra cosa, sin criticarla, sin juzgarla, sin negarla o reprimirla. Las emociones o sentimientos se deben validar primero, luego encontrarles una vía de expresión saludable y de ese modo tanto el cuerpo como la mente y el espíritu, la triunidad, todo el Ser fluirá de una manera mucho autentica, más libre, a tono con el proceso natural de crecimiento. Aquí es importante recordar las capacidades del ser humano, que Viktor Frankl nos refiere; el ser humano posee la capacidad de alinearse física y emocionalmente desde la dimensión espiritual. El hombre desde su centro noético activa una inteligencia espiritual, con la que a la vez se activa la inteligencia emocional. Con conciencia emocional somos capaces de conocernos mejor y desde ese autodescubrimiento es mucho más fácil ir encontrando sentido a la existencia y así situarnos en el camino al crecimiento.
En la actualidad los avances tecnológicos ofrecen al hombre una serie de medios para tener el acceso y control de las cosas, tal es el caso de lo que promete el internet de las cosas; mediante los dispositivos de comunicación móviles podremos controlar las funciones de todo tipo de aparatos o maquinas; estaremos en posibilidad de tener el manejo y control de las cosas, de lo que nos rodea en el hogar, o en las oficinas, de lo que está en el exterior para un mayor bienestar. En relación a lo anterior, me hace recordar algo expresado en el cierre del modulo dos: considerar a la Logoterapia como el descubrimiento o invento de Viktor Frankl que da lugar a “una tecnología para el ser”, un novedosos sistema con la que cada persona debiera “equiparse” para conectar y activar la consciencia que nos permita hacer un manejo saludable de nuestras emociones, de nuestro interior, para armonizar las dimensiones física, psicológica y espiritual a favor de nuestro bienestar y crecimiento.
Por otra parte, trabajar las actividades del modulo, represento poner en marcha un proceso de reflexión, de sensibilización, de autoevaluación, de autoconocimiento, y también de aspiraciones. Entrar en esa exploración interior me da la pauta para tomar una perspectiva diferente ante aquellas situaciones no tan agradables; para reconocer los sentimientos a que dan lugar; a entender el mensaje que están comunicando, lo que me está pidiendo cada situación; para permitir un reencuentro con mi tri-unidad, para trabajar maneras simples de satisfacer mis necesidades naturales.
Además, el estudio de este módulo me permitió conocer ampliamente la imagen del hombre, sobre la que Frankl fundamenta su novedoso sistema psicoterapéutico; me permitió comprender el porqué del mérito que se le da a Frankl al integrar la antropología, la psicología y la filosofía; la sinergia lograda de estas tres disciplinas para dar lugar a su logoterapia. También me sorprendió gratamente saber el alcance y la magnitud de las obras e investigaciones del Dr. Viktor E. Frankl relacionadas con el ser humano y sus problemas. Como la evidencia de la gran riqueza científica y humanista acumulada durante su existencia, con ella pudo constatar sus teorías y así construir una historia personal que cumpliera sus más profundas aspiraciones e ideales y que para fortuna de las nuevas generaciones, hoy su historia, su legado, es una fuente muy valiosa de conocimientos e inspiración para que cada ser escriba su historia, con la que pueda alcanzar la plenitud.
“¿Quién es en realidad, el hombre? Es el ser que siempre decide lo que es”