Comentario de un cursante sobre el módulo 6 del Diplomado en Logoterapia en línea– José Luis Iso Chavarren
Por: José Luis Iso Chavarren
Mi experiencia personal ante la crisis
Dentro de este módulo 6 de la diplomatura de Logoterapia, he elegido hacer un comentario más personal sobre el tema de la crisis. Este módulo me ha resultado menos conocido que los anteriores, pero también muy interesante e importante. y quiero hacerlo por la situación mía personal y de otros muchos compañeros sacerdotes y religiosos en el momento actual de la Iglesia y de la labor pastoral realizada.
Todos los seres humanos pasamos por la vida afrontando diversos tipos de crisis. Algunas de ellas son poco intensas y pueden pasar hasta desapercibidas. Otras, en cambio, resultan más difíciles, por su intensidad y por la situación en que se encuentre la persona.
Qué es una crisis
Es un estado temporal de trastorno y desorganización. En él la persona se siente incapaz e impotente ante los problemas, dificultades y situaciones que se le presentan. Los métodos y estrategias que hasta ahora le servían para manejarse con normalidad y superar dichas situaciones ahora ya no le sirven.
Un estado en que la persona se siente torpe e incapaz ante lo cotidiano de su vida, : situaciones que antes no le ofrecían dificultad especial ahora resultan difíciles y hasta dolorosas
En ella nos sentimos impotentes ante los cambios profundos, inesperados y ante los distintos estilos de vida que se nos presentan. La sensación de dominio y seguridad del pasado ha desaparecido en el presente, y experimentamos la inseguridad e inestabilidad ante el contexto actual. Es una sensación de que nos quedamos sin apoyos que nos ofrezcan cierta seguridad.
Según S.L. Brito, nos las describe como un abismo entre el pasado, que ya no nos sirve, y el futuro que todavía no ha llegado.
En toda crisis se experimenta, más o menos grave, una sensación de vacío, de vacío existencial. En ella llegamos a cuestionar las creencias, los valores, nuestras propias actuaciones realizadas hasta entonces, y el sentido mismo de nuestra vida en estos momentos.
La persona en crisis puede tener la impresión de una ruptura generalizada, en la que la situación le exige una decisión personal, obligada por la misma crisis.
En situación de crisis,
- a) la persona siente miedo, oscuridad, incapacidad, soledad, caos, confusión, abatimiento, ansiedad y hasta angustia.
- b) Pero sobre todo, la crisis es una oportunidad que ofrece a la persona un gran potencial de desarrollo y crecimiento personal.
Mi experiencia:
Como sacerdote y religioso, a mi edad (71 años) me ha tocado pasar en distintos momentos de la vida situaciones difíciles en las que he experimentado este malestar, pero el momento actual nos resulta particularmente difícil.
Han cambiado vertiginosamente los tiempos, los valores, (muchos antivalores),
Toda mi vida ha sido una entrega a Dios y a los demás. Son casi cincuenta años de trabajo con ilusión y con ganas en labores educativas y de acompañamiento, y en los trabajos pastorales parroquiales. Me he sentido contento, ilusionado y feliz. Veía que la gente respondía. Se llenaban las iglesias con personas de todas las edades. Daba gusto la entrega y la vivencia entusiasta y generosa de los jóvenes… Pero casi de repente el panorama ha cambiado profundamente, y todo eso se ha venido abajo.
Hay quienes se consuelan diciendo que todo esto es general, que se da no sólo en nuestra parroquia o nuestros colegios, sino en casi todo el mundo occidental. Pero esto no es ningún consuelo, sino todo lo contrario.
Ante todo ello, me asaltan las preguntas desde mi interior:
¿Dónde están aquellos niños, aquellos jóvenes que llenaban de alegría y de vida nuestras parroquias y nuestras celebraciones?
¿En qué me he equivocado? ¿Qué he hecho mal?
¿Por qué este “fracaso”?
¿Tanto esfuerzo , tanto trabajo, tanto tiempo de dedicación entusiasta por mi parte ha sido en vano e inútil?
La sensación de fracaso, de error, es dura. Hace que en ciertos momentos me plantee si la vida sacerdotal merece la pena hoy.
Es un malestar sordo, que está ahí, en el fondo, en la oscuridad, que a veces tienta a adoptar una postura de activismo loco continuo, de meterse en el ruido que impide entrar dentro de cada uno y conectar con la verdadera situación; y no deja escuchar atenta y valientemente las voces que surgen en lo hondo de la propia conciencia.
Reacción:
Tengo la suerte de estar en contacto desde hace más de treinta años con los mensajes de la logoterapia, y de dejarme iluminar por la luz que emana del testimonio de la vida de V. Frankl hombre profundamente religioso, cuya voz me lleva al mismo Evangelio de Jesús.
Y es hermoso escuchar en esos momentos el mensaje logoterapéutico:
– La crisis no dura siempre, la crisis pasará…
– Cierto que la crisis entraña un peligro de hundimiento de la persona. Pero, sobre todo, la crisis es una gran oportunidad de vida, de crecimiento, de transformación y de renacer de nuevo.
– La crisis es como la fiebre para el cuerpo: me indica que me ponga en contacto con el fondo de mí mismo para escuchar y descubrir lo que necesito cambiar y transformar.
– La crisis es un potencial que moviliza a la voluntad de sentido (la motivación primera y más importante del ser humano) me impulsa a ponerme decididamente a trabajar en la búsqueda del sentido de cada momento y de cada situación.
– Necesito tiempo, no desfallecer, trabajar decididamente, caminar paso a paso; en ciertos momentos un paso adelante y dos atrás, pero avanzar poco a poco.
Recursos
No me cabe la menor duda de que la logoterapia ha sido una gran ayuda para lograr salir de los momentos difíciles, y sigue siéndolo ahora. Si he superado la crisis ha sido en gran parte gracias a ella.
– Un recurso interno importante para mí ha sido siempre la experiencia de momentos difíciles ya superados a lo largo de la vida. La muerte de mi padre a los 42 años, dejando en casa seis hijos niños y a los abuelos ya mayores, me hizo pasar por crisis que se repetían con relativa frecuencia a lo largo de varios años. Gracias a los ánimos de mis familiares y al sentido de mi vida en el sacerdocio, salí adelante.
Situación en cierto modo parecida se me presentó en un accidente en el que me rompí alguna vértebra y me hizo sufrir lo suyo. A los dos años del accidente y por el mismo motivo, tuvieron que hacerme una intervención quirúrgica importante. Pasé unos meses casi imposibilitado. Y los libros de Viktor Frankl me acompañaron en la crisis. Puedo decir que estas experiencias dolorosas, cambiaron mi vida y me hicieron crecer y realizarme de un modo mucho más satisfactorio.
Nunca olvidaré la frase que Viktor Frankl repite en sus escritos: “Quien tiene un “qué” para vivir es capaz de soportar cualquier “cómo” (F. Nietzsche). Lo demostró de sobra en sus años de prisionero en los campos de exterminio, y durante toda su vida entrega a los demás. Y gracias a ella me mantengo firme en este ambiente que me toca vivir.
– Recursos externos:
He tenido y sigo teniendo familiares, hermanos, amigos, compañeros religiosos bien preparados, (algunos de ellos conviven conmigo) que me acompañan y compartimos nuestras experiencias. Es una nutrida redde apoyo.
– Mi actividad pastoral evangelizadora es un gran sostén y un gran apoyo.
– Por supuesto, lo que es el Sentido de mi vida: Dios, el Evangelio, darme a los demás.
Herramientas que nos ofrece la logoterapia:
– clarificación,
Entender lo que está pasando.
Nombrar a la crisis.
Reflexión e introspección.
Soledad unida o alternada a la compañía significativa.
Utilización de los recursos personales.
– Aprender a manejar y expresar los sentimientos,
– Ejercicios de visualización para liberar estados emocionales y mentales
– Autoconocimiento
– Autovaloración
– Visión a futuro
– Sentido del humor
– Derreflexión
– Biblioterapia
– Rescate del sentido del momento
– Responsabilización
– Descubrir el sentido de la crisis y del dolor
– Construir nueva jerarquía de valores
– Reconocer la nueva identidad
– Orientación a la trascendencia
La crisis pasa, el caos se convierte en un nuevo foco de luz, y la persona se rehace, crece, es un ser nuevo movido en este caso por el Sentido Último, Trascendente, Ser Supremo.
Final:
El ser humano puede encontrar y vivir el sentido de su vida aun en los momentos más dolorosos e inhumanos. Viktor Frankl nos lo ha demostrado no sólo con sus palabras, sino sobre todo con el testimonio de su vida. Llegó a encontrar sentido a su vida hasta en las situaciones más trágicas e incomprensibles por las que puede pasar una ser humano como prisionero en los campos de exterminio nazi.
La persona humana es un ser trascendente: se realiza en la medida en que sale de sí misma y se entrega en amor a otra persona, a la humanidad, a una tarea noble, al Ser Supremo (en mi caso, Dios).
Jesús de Nazaret nos dice que el sembrador se realiza en la medida en que echa la semilla en el campo. Pero no es él quien da la vida o produce el fruto. La semilla tiene en sí la vida, y tiene sus etapas hasta que llega a dar el fruto. No es el sembrador quien dirige el proceso. Siembra porque tiene fe en la vida que encierra la semilla misma.
Un ser creyente, un cristiano, un sacerdote, está llamado también a ser sembrador del evangelio. Su misión consiste en sembrar, consciente de que la vida corre a cargo de la propia semilla. El fruto vendrá, pero vendrá a su tiempo, no al tiempo que determine en sembrador.
El sentido total de la vida para un creyente es Dios y el amor a los demás: un amor incondicional, gratuito. Pero ese sentido total se va realizando respondiendo libre y responsablemente a las situaciones e interrogantes que la vida nos presenta en cada momento. Respondiendo con amor al requerimiento me hace en cada instante en la persona que me rodea o que me encuentre, o en la situación concreta del momento. Viktor Frankl dice que las obras buenas que una persona realiza, el amor que se entrega en cada momento, son las columnas que sostienen la historia de la vida. Y esas obras constituyen la verdadera realidad existente. Por lo tanto, el pasado es lo que verdaderamente existe, ya que nadie podrá borrar lo realizado en él con amor.
Siempre debo tener presente que, como ser humano, soy vulnerable, finito y falible. Es decir, que fallaré con frecuencia, pasaré por momentos de dudas, deberé superar las crisis que se me han de presentar, pero debo tener claro que, también como ser humano, mi vida se realizará en la medida en que trabaje por asumir mis fallos y trabajar para llegar desde lo que hoy soy hasta lo que puedo llegar a ser como persona. Esto supone avances, cambios, crisis. Si en mi vida no hubiera crisis, sería una persona eternamente infantil, un muerto en vida, una vida sin sentido, vacía. Toda crisis lleva en sí la semilla de vida, pero de una vida que evoluciona, que fluye y se va llenando cada día de un sentido más pleno.
Lo que cuenta y lo que es importante no es el dolor, sino el sentido con que se vive el dolor.
Deseo finalizar este trabajo dando muchísimas gracias a María Teresa Lemus de Vanek y a todos los que han hecho posible esta oportunidad de formación en logoterapia. Ha sido una magnífica oportunidad para mí y me ha ayudado mucho. He gozado leyendo y estudiando los distintos módulos, porque también han tocado mi interior y me han dado mucha alegría e ilusión para continuar trabajando. Seguiré reflexionando y profundizando con la bibliografía presentada y con las oportunidades que se me presenten dentro de este campo.