Comentario de un cursante sobre el módulo 3 del Diplomado en Logoterapia en línea – Dra. Silvia Enderle
Por: Dra. Silvia Enderle
La visión del ser humano desde el Análisis Existencial y Logoterapia de Víktor Frankl es verlo integralmente en mente, cuerpo y espíritu. La Escuela del Dr. Frankl fue la primera en considerar al espíritu como parte de la persona. Esta concepción de multidimensionalidad humana nos dice que estas dimensiones están interconectadas y se benefician o afectan entre ellas. Sin embargo, aunque la mente y cuerpo estén padeciendo alguna enfermedad, el espíritu se mantiene intocable; pero, eso sí, bloqueado. Este bloqueo se manifiesta en una falta de voluntad de sentido y esta frustración conduce a un vacío existencial y sobreviene la neurosis noógena.
La labor del psicoterapeuta será ayudar a la persona a desbloquear su yo noético, pues allí reside lo mejor de él, ‘el poder desafiante del espíritu’ así lo llamó Frankl. La Logoterapia reafirma que ‘el poder desafiante del espíritu’ es el que le permite al hombre oponerse a las fuerzas del instinto y del medio y elevarse por encima de todo condicionamiento al que pudiera someterlo el destino. El nous está a salvo de toda enfermedad y puede hacer frente a su organismo físico y psicológico en una confrontación que puede provocar cambios en sus actitudes. El reto entonces es equipar a la persona con los medios para mirar hacia donde pueda descubrir significados basados en valores universales como el amor, la bondad, la verdad, la belleza, la justicia, el orden, la unidad, que sí nutren a la voluntad de sentido y conducen: Primero a Ser. Después, Ser para Hacer, para entonces Tener.
Sin embargo, nuestra cultura le da valor al: tener, al poder, al control, a producir. A la competencia. A la fama. A la belleza física. Al status. A la imagen…Todos ellos valores que no satisfacen a la voluntad de sentido. Por eso es que aparece ese vacío existencial. Estos valores por sí mismo no podemos decir que son negativos, lo son si se convierten solamente en la meta a lograr.
El ser humano a lo largo de su desarrollo, aprendizajes y crecimiento en todos los ámbitos de su vida tiene necesidades de varios tipos. El sentido es una necesidad humana. Una necesidad que nos acompaña a lo largo de toda nuestra vida, y que hay que aprender a manejarla, integrarla, atenderla, como una necesidad.
Desde la dimensión Física podemos mencionar la necesidad de: alimento, respiración, descanso, sueño, contacto físico, movimiento y necesidades fisiológicas.
Las necesidades de tipo Emocional son muy importantes, al ser satisfechas, nos hacen sentir bien. Algunas de las más importantes son: afecto, reconocimiento, seguridad, expresión de los sentimientos, comunicación con alguien, autovaloración.
Necesidades de la dimensión Mental: exploración, aprendizaje, crear.
Necesidades de la dimensión Espiritual: sentido, creatividad, amor, trascendencia, servicio. La necesidad de creer en algo superior a nosotros, independientemente de la creencia que cada uno tenga. Nutrimos nuestro eje noético a través de vivir la fe. Algunas personas lo hacen a través de la meditación, a través de la oración, a través del propio servicio. Otras necesidades de la dimensión Espiritual son: el silencio, el arte y la cultura, el vínculo con la naturaleza.
La satisfacción de las necesidades conlleva sentimientos que para muchas personas significan un estorbo. Sobre todo en nuestra cultura que nos enseña a ser demasiado racionales, a reprimir los sentimientos, a no expresarnos asertivamente. Los sentimientos no son ni buenos ni malos, simplemente son y están ahí para algo. Sí, unos son agradables y otros desagradables. Cada uno de los sentimientos que experimentamos tiene un mensaje específico para nosotros. Un mensaje que nos lleva a un mayor bienestar y a un crecimiento cuando atendemos ese mensaje. El problema está cuando no los atendemos. Entonces el sentimiento se intensifica, se instala, porque no le estamos haciendo caso, porque no lo estamos validando.
El Humanismo dice que existen 5 sentimientos básicos: miedo, afecto, tristeza, enojo y alegría.
El Miedo. Su mensaje específico es: protégete. Y lo que más da la sensación de protección es el sentimiento de afecto. El sentimiento amoroso.
El Enojo. Su mensaje es: defiéndete, pon límites. El Enojo genera mucha energía que debe ser canalizada hacia el exterior a través de tres pasos necesarios para no ofender, dañar o dañarnos; pero sí expresando el malestar; estos son: la descarga (buscar un momento a solas), la expresión (asertiva) y la negociación.
La Tristeza. Su mensaje es: perdiste algo valioso. La pérdida de un afecto. ¿Cómo se desahoga la tristeza? Con lágrimas. El afecto, así como la alegría, son sentimientos expansivos que de alguna manera nos transmiten el mensaje: todo está bien. Cuando experimentamos afecto, nos sentimos seguros, nos sentimos protegidos. Y, de esa manera, somos más creativos, más productivos, estamos más tranquilos.